Las Smart Cities, o ciudades inteligentes, se sirven de las nuevas tecnologías y la innovación para desarrollar infraestructuras, edificios y sistemas de comunicación que disminuyan el consumo energético y las emisiones.
Y es que, como asegura el Banco Mundial, actualmente los edificios consumen un tercio del total de la energía que se emplea en el espacio urbano. Esta premisa ha llevado a la Comisión Europea a implantar la Estrategia Europa.
Como consecuencia, las presentes directrices establecen que para el año 2020 todas las viviendas de nueva construcción tendrán que presentar un consumo energético “casi nulo”.
Por tanto, todo ello nos lleva a que las Smart Building conformen ciudades inteligentes con sistemas de automatización de edificios y modelos digitales. Un campo que lucha por un crecimiento sostenible, inteligente e integrador, y en el que el sector de la Arquitectura y la Edificación tiene mucho que aportar…
En este contexto, también destaca un nuevo concepto a nivel interno de una vivienda: las Smart Home. Se trata de la incorporación de la domótica en el hogar con el objetivo de optimizar la eficiencia energética de forma inteligente.
Eso sí, como arquitecto debes saber cómo gestionar la energía a partir de cada uno de los elementos de la domótica doméstica que se introducen en una vivienda:
Además de favorecer el bienestar y el confort, garantiza espacios que se nutren de luz natural. Y esto se consigue en función de la ubicación y el control automático de los mecanismos de la vivienda, lo que también optimiza el consumo de electricidad. Y no solo para temas de iluminación, sino también para favorecer la climatización, ya que los toldos, persianas, estores o cortinas automáticas se encargan de facilitar la entrada de la luz solar sólo cuando sea necesario.
Otro de los hitos que ya son posibles gracias a la domótica es la tecnología de aprovechamiento que evita el uso excesivo de la calefacción o aire acondicionado. De hecho, estos sistemas de regulación gestionan la climatización de la casa según la temperatura exterior, la hora, la orientación de la vivienda y la situación geográfica, entre otros factores.
Los denominados puentes térmicos impiden la impermeabilidad y la eficiencia energética. Pero gracias a las nuevas técnicas de aislamiento mediante materiales térmicos se hace posible la eliminación de las fugas de temperatura. Además, gracias a los sensores térmicos o, por ejemplo, con termografía a partir de drones también se detectan las áreas donde se pierde más calor una vez construido el edificio. Así interponer las medidas necesarias para optimizar el aislamiento se hace más sencillo.
El consumo eléctrico también puede controlarse gracias a la gestión inteligente de los electrodomésticos. Así, resulta sencillo aprovechar mejor los recursos y enviar menos cantidad de CO2 a la atmósfera. En el mercado encontramos refrigeradoras Smart, lavadoras dosificadoras, aspiradoras robots. Y todas ellas funcionan gracias a los sistemas domóticos que incorporan en su mecanismo.
Por ejemplo, el Termostato Nest de Google ya es capaz de cambiar la temperatura, controlar la calefacción y el agua caliente y de enviar alertas al teléfono móvil del usuario cuando algún parámetro no está en orden.
Detectar humos, averías, fugas o, incluso, robos en la vivienda puede controlarse a través de alarmas, detectores de presencia y sensores de movimiento. La implantación de estos sistemas garantiza tanto la seguridad de los inquilinos como el ahorro inteligente de los recursos y el consumo eficiente a distancia.
En definitiva, no cabe duda de que los arquitectos tendrán que adaptarse a los nuevos requisitos medioambientales del sector… Ahora que ya conoces las peculiaridades de las Smart Homes, ¿a qué esperas para especializarte y abrirte las puertas laborales como arquitecto en este campo?