La neuroarquitectura está en auge. Descubre qué es, sus objetivos y los mejores ejemplos para lograr espacios más zen y productivos.
La arquitectura evoluciona a pasos agigantados y un ejemplo de ello es la neuroarquitectura. Este concepto emergente está en auge desde tiempos de pandemia y podría mejorar tu vida, pero, ¿qué es y en qué consiste? Te contamos todo lo que necesitas saber.
El entorno en el que vivimos y trabajamos influye en la salud. Es una realidad. Es algo que hemos podido apreciar en nuestras propias carnes durante el confinamiento, donde muchas personas optaron por mudarse a casas más grandes, con más luz natural o con espacios más verdes.
Y es que, lo que vemos en nuestro día a día nos influye. No todos los espacios cerrados son iguales ni nos transmiten lo mismo. Digamos que, cada espacio puede provocarnos unas emociones diferentes. Y eso es justamente la neuroarquitectura.
La Neuroarquitectura es el entorno que ha sido diseñado con principios basados en las neurociencias, lo que ayuda a crear espacios que:
Nos ayudan a memorizar mejor.
Nos permiten potenciar más las habilidades cognitivas.
Nos ayudan a estimular la mente.
Nos permitan evitar sufrir estrés.
Estos aspectos son muy importantes, dado que nos permiten sentar unas bases para llevar una buena calidad de vida y no agobiarnos y estresarnos solo a causa del espacio, ni tampoco que empeore cómo nos sentimos.
Por ejemplo, no transmite lo mismo una casa ordenada que una casa desordenada. Si tratas de memorizar unos apuntes para la Universidad, es posible que te resulte más fácil memorizar si tienes la casa ordenada que si está todo patas arriba. Al menos está demostrado que esto influye en muchas personas.
Por medio de la neuroarquitectura, con datos científicos y demostrados, podemos crear espacios que nos ayuden a llevar una vida mejor. También con ayuda de tecnología que nos permita construir nuestra propia smart home.
Principalmente, como imaginas, el principal objetivo pasa por diseñar y construir espacios que mejoren la productividad y el bienestar de la gente.
Se basa en analizar qué nos provocan ciertos espacios y buscar soluciones por medio de herramientas que nos permitan hacerlo posible. Por eso es un concepto tan interesante y emergente dentro del mundo de la arquitectura, porque se puede empezar a construir teniendo en cuenta todos estos aspectos, que sin duda pueden contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas.
Es algo que quizás nunca se había planteado pero que está en auge desde los tiempos de la pandemia. Sin duda, ha venido para quedarse.
“¿Sabías que nos pasamos el 90% de nuestra vida en espacios cerrados?” ¡Wow!
Esta cifra parece una locura, pero así lo confirma la propia Organización Mundial de la Salud (OMS). Entre el tiempo que pasamos en casa y en la oficina, al final echamos una buena parte de nuestra vida entre cuatro paredes, por eso es tan importante la arquitectura, porque puede afectarnos más de lo que imaginas en el día a día.
Si tenemos en cuenta este dato, necesitamos modificar los espacios que nos rodean y tratar de hacerlos lo más amigables posibles, para que puedan influir lo más positivamente posible en nosotros.
Las zonas verdes, por lo general, reducen el estrés y aumentan el bienestar de las personas. Vivir en un edificio con zonas verdes o tener un parque al lado de tu casa te puede ayudar a sentirte más relajado, tranquilo y feliz.
Lo mismo sucede si hablamos de una casa sostenible en el campo, fabricada con materiales naturales y rodeada de naturaleza. Puede ser un espacio muy zen en el que estar relajado y ser creativo.
¿Crees que te sentirías igual si entras en una habitación con las paredes en colores fríos que en colores cálidos? Tampoco son iguales los niveles de estrés en una habitación redonda que en una habitación rectangular. Parece que no, pero influye en los niveles de estrés y de ansiedad.
Si tenemos en cuenta que desde la pandemia los diagnósticos por estrés y ansiedad aumentaron un 40% en nuestro país, es importante hacer algo al respecto. Hay que utilizar todas las herramientas como sean posibles y, la arquitectura es un ejemplo de ello. Por medio de la neuroarquitectura se puede ayudar a las personas.
“Los techos altos, el color, la luz, la forma de las habitaciones… estos elementos pueden incluir en la productividad”
Los datos confirman que la neuroarquitectura es el futuro y que es una gran aliada para construir espacios que nos ayuden a preservar la salud y a potenciar nuestras capacidades, para poder dar más de nosotros mismos. Por eso es importante construir buenos espacios, que permitan generar buenas experiencias.
Es una responsabilidad para los arquitectos y todo un legado que se puede dejar a las futuras generaciones. Lo que está claro es que la neuroarquitectura no ha hecho más que empezar y desde luego promete.
¿Qué opinas de las neuroarquitectura? ¿Confías en su potencial?