La comunicación constante es una necesidad fundamental del ser humano, y el desarrollo de un lenguaje que nos permitiera hacerlo de forma fluida seguramente esté detrás de nuestra evolución como especie y como sociedad. Así de importante puede llegar a ser un canal unificado para la transmisión y el intercambio de información.
Por estos motivos, en la historia reciente donde los flujos de trabajos son en su mayoría digitales, la interoperabilidad de los sistemas informáticos que soportan las herramientas de trabajo cotidiana juega un papel fundamental en la elección de software y sistemas operativos en entornos laborales. Aún más importante es para el mundo de la arquitectura, ingeniería y construcción, donde los softwares son más complejos y especializados para cumplir con las necesidades de estos sectores.
Esta serie de factores, motivaron a que muy cerca del final del siglo pasado, una de las empresas desarrolladoras de software más reconocidas del mundo de la arquitectura, ingeniería y construcción (Autodesk) a promover un consorcio entre importantes empresas del sector. Así en 1994, se conforma con AT&T, HOK Architects, Honeywell, Carrier, Tishman and Butler Manufacturing, entre otros, la Alianza para la Interoperabilidad en la Industria (Industry Alliance for Interoperability).
El objetivo principal de este consorcio era explorar opciones para mejorar la operatividad y compatibilidad entre distintos softwares especializados en cada sector. El resultado de esta alianza, fue el desarrollo del formato IFC con la promesa de intercambiar fácilmente información independientemente del software que fuese utilizado para crearla.
El consorcio finalmente se transformó en una organización sin fines de lucro, que promueve la utilización archivos en formato IFC para el intercambio de información; y cambió su nombre a BuildingSMART, con mucha presencia en todo el mundo y con aliados estratégicos en cada país. En el caso de España, en el 2021 Structuralia se consolida como centro asociado a BuildingSMART Spain.
Como mencionamos al inicio, intercambiar información es una necesidad básica, y la interoperabilidad se trata de eso, pero en un nivel mucho más amplio. En el ámbito de la administración electrónica, la Comisión Europea recoge una de las más claras interpretaciones de la interoperabilidad, definiendolas como: La interacción que implica que las organizaciones involucradas compartan información y conocimiento a través de sus procesos de negocio, mediante el intercambio de datos entre sus respectivos sistemas de tecnología de la información y las comunicaciones.
Dentro del sector de la arquitectura, la ingeniería y la construcción, la interoperabilidad cobra una especial relevancia dentro del BIM. Ya que desde que esta metodología llegó para revolucionar los flujos de trabajo, hacia un entorno mucho más colaborativo que el tradicional CAD, se ha vuelto indispensable el intercambio de la información entre los distintos software o herramientas involucradas en el desarrollo y ejecución de proyectos.
Y aunque los grandes proveedores de software del sector pueden ofrecer todas las herramientas necesarias dentro de un formato cerrado, es importante que existan alternativas “abiertas” , como el Open BIM, que permitan el libre y efectivo intercambio de información fuera de estos formatos cerrados. Siendo el IFC de los principales formatos abiertos que sostienen la existencia e interoperabilidad en el OpenBIM.
Lo que hace que a un nivel de formación profesional sea tan importante transmitir la importancia y la utilidad de este tipos de formatos, que son clave para la interoperabilidad en el mundo BIM. Es por este motivo, que en Structuralia, de la amplia oferta de Máster BIM, a pesar de ser centro formativo autorizado Autodesk damos la atención que se merecen los formatos de transmisión abierta como el IFC.
Un archivo IFC es normalmente utilizado para compartir modelos o geometrías tridimensionales, información muy valiosa para arquitectos, ingenieros y constructores; pero su verdadero alcance va mucho más allá de eso. El formato IFC, en una forma muy esquemática de expresarnos, lo que hace es establecer lineamientos o un marco para que la información se pueda transmitir de A a B con la menor pérdida posible.
Estas líneas guías o marcos, funcionan de la misma manera que la ortografía funciona para transmitir información escrita, con la variable que el formato IFC soporta muchos tipos de información de distinta índole. Es decir, no solo alberga un paralelepipedo habatible en un muro, si no que es capaz de acompañar la geometría con la información alfanumérica necesaria, para identificar la geometría con una puerta, que tiene un pomo, y que es de determinado material, con determinadas propiedades.
Por este motivo es tan utilizado en el entorno BIM, donde la información que acompaña a una geometría es tan importante como la geometría misma. Sin esta característica, la interoperabilidad del BIM se vería limitada dentro de los formatos cerrados de cada casa proveedora de software, reduciendo el potencial de una metodología basada en el trabajo colaborativo e interdisciplinar.
Por otro lado es importante entender las limitaciones de un formato de transmisión de información como lo es el IFC. El IFC no es una archivo “editable”, esto quiere decir que nos se puede trabajar sobre un archivo IFC, este debe importarse dentro de un archivo nativo del software que estemos utilizando para poder ser modificado, posteriormente, para compartir la información se debe exportar de nuevo al formato IFC; funcionando de manera muy similar a la que funciona un archivo PDF.
Ya hemos dejado claro que la interoperabilidad es de las principales virtudes del formato de archivos IFC, pero no es la única. Utilizar IFC brinda la libertad a los profesionales del mundo BIM acceder a una más amplia gama de herramientas BIM sin que migrar la información de una a otra no sea un limitante, y por lo tanto, ajustar la inversión económica en software a la escala de cada proyecto u organización.
Al mismo tiempo sirve de barrera a la monopolización del entorno BIM por las grandes casas proveedoras de software, y da facilidades para el desarrollo de nuevas herramientas BIM que sean compatibles con los gigantes de la industria como Revit y Archicad.
Y finalmente, hacen posible que el BIM pueda dar el paso a las instituciones públicas de regulación urbana y licitaciones. Siendo el IFC, el formato lo suficientemente transparente y abierto para convertirse en el estándar que permite a las entidades públicas recibir, manejar y transmitir información BIM sin ningún tipo de sesgo.