En la actualidad es extraño encontrarse con una ciudad en la que en el mes de diciembre no esté iluminada con luces para celebrar la festividad navideña. En mayor o menor medida, todas las ciudades e incluso pueblos, se engalanan para navidad.
Esta tradición, que se lleva realizando desde hace varias décadas, sirve de reclamo turístico para las ciudades y es por ello que en los últimos años hemos visto como se ha aumentado el presupuesto destinado a la iluminación navideña.
Sin embargo, ¿sabemos cuándo y cómo surge esta tradición? A continuación veremos cómo surgió la idea de iluminar nuestras casas y ciudades en estas fechas y como han ido evolucionando.
Historia de las luces de Navidad
Para entender la historia de las luces navideñas, es necesario explicar previamente la costumbre de conmemorar estas fechas con la instalación de árboles de Navidad en los domicilios.
Esta se inicia a mediados del siglo XVIII en lo hogares alemanes de clase alta, donde posteriormente se van añadiendo objetos decorativos como velas o pequeños faroles que iluminaban el árbol de Navidad.
Sin embargo, no es hasta 1882 cuando aparece el primer árbol iluminado eléctricamente. Su autor fue Edward H. Johnson, un inventor asociado a Thomas Edison, que creó unas bombillas especiales de colores que iluminaban el árbol.
No obstante, debido a su alto precio que las hacía inaccesibles para la mayor parte de la población, hasta la década de los 30 no se empiezan a reemplazar por las velas que se utilizaban.
Finalmente, es a partir de la segunda mitad del siglo pasado cuando las luces de navidad han diversificado su uso, estando ahora presentes en las casas, comercios, calles y edificios de toda la ciudad.
¿Cómo reducir el impacto ambiental de las luces de Navidad?
En el post anterior veíamos algunas ideas para reducir el impacto ambiental que se genera durante estas fechas debido al aumento del consumo energético, que según los datos de Red Eléctrica de España, está alrededor del 28%.
Por consiguiente, en los últimos años se está intentando reducir el consumo de electricidad por parte de la iluminación navideña de las ciudades, para disminuir la huella energética que genera. Esto se está consiguiendo gracias al aumento de la aportación de las energías renovables al mix energético y a la mejora de la eficiencia de las bombillas utilizadas en el alumbrado.
Es en este último caso se están consiguiendo grandes mejoras gracias a la tecnología LED. Estas bombillas consumen un 75% menos de energía que las de bajo consumo, y además su esperanza de vida es hasta 25 veces más.
El único inconveniente que presentan las bombillas LED es su coste, en torno al doble que una bombilla normal. Sin embargo, aunque el desembolso inicial sea superior, la gran diferencia en el ahorro energético entre ambas hace que la tecnología LED sea más barata a largo plazo.
En resumen, las luces de navidad son un gran atractivo turístico de las ciudades, pero se debe buscar un equilibrio en el cual su impacto ambiental sea lo menor posible, y no hay otro modo para conseguirlo que el uso de energías renovables y nuevas tecnologías.
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