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La poca flexibilidad de las herramientas de gestión tradicionales dificulta en grandes términos el desarrollo de los proyectos que surgen en la actualidad, cada día es más difícil llevar a cabo una planificación totalmente detallada desde el inicio de un proyecto. Es precisamente esa la gran baza de la gestión ágil frente a otros enfoques tradicionales de gestión: la flexibilidad, que permite optimizar los recursos disponibles y maximizar los resultados. Bajo un enfoque ágil, un proyecto se ejecuta en base a iteraciones y la planificación es totalmente adaptable a los nuevos requerimientos que vayan surgiendo a medida que este avanza.
Además, la gestión ágil posee otras ventajas, tales como la facilidad de priorización de tareas según necesidades, la gestión colaborativa en el proyecto por parte del equipo de trabajo al completo, la participación activa y directa por parte del cliente o la retroalimentación a los resultados que se le entreguen de forma progresiva.
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Según el Project Management Institute (PMI), las empresas que aplican enfoques ágiles en la gestión de sus proyectos incrementan hasta un 30% sus beneficios totales y elevan sus ingresos un 37% más rápido que las que no lo hacen.
No es de extrañar, por tanto, que requisitos como “conocimientos en Scrum, Kanban o Lean” se cuelen en la mayoría de las ofertas de empleo publicadas en los portales especializados en los últimos años y en la actualidad.
Imagen: Skitterphoto (Pixabay)
En línea con lo anterior, es destacable cómo, desde su fundación en el año 1969, la asociación americana ha acreditado a más de 740.000 expertos con el certificado Project Manager Professional (PMP), un valor añadido muy reconocido por las empresas.
De igual forma, cabe destacar cómo la certificación Agile Certified Practitioner (PMI-ACP), publicada en 2012, se ha posicionado como una de las certificaciones profesionales más perseguidas en los últimos años y cuenta ya con cerca de 20.000 expertos acreditados.
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Estos datos dejan patente una tendencia profesional que no es ajena a las grandes compañías. Así, aquellas que quieren acelerar su proceso de transformación digital utilizan el “agilismo” como herramienta para alcanzar sus metas. Un claro ejemplo es Spotify y sus tribus autónomas (Scuads en la terminología Scrum) con las que lanza productos de valor incluso antes de tener operativas todas sus funcionalidades.
Otro caso es el del BBVA, quien ya ha implantado el agilismo en todos los países en los que trabaja y cuenta con más de 1.000 personas trabajando bajo metodología Scrum. Os dejamos acompañando a este post un vídeo que muestra las formas de trabajo que sigue esta empresa mediante enfoque ágil y los múltiples beneficios que ello les ha generado.
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Otros gigantes multinacionales procedentes de sectores dispares como Google, Amazon o Inditex, también desarrollan una lógica basada en los rasgos de la gestión ágil que, a la vista de sus resultados, marcan el camino a seguir por el resto de organizaciones de menor tamaño, por lo que resulta vital ofrecer una sólida formación en este ámbito.
Teniendo en cuenta esta tendencia del mercado laboral, en Structuralia hemos preparado un nuevo curso especializados en la gestión ágil de proyectos: