Tal vez nunca os hayáis fijado, pero lo cierto es que son muchos los rascacielos ubicados en la capital China que poseen una gran abertura en sus estructuras. ¿Os imagináis la razón?
Podemos destacar que las grandes edificaciones en Hong Kong son diseñadas y ejecutadas por arquitectos, ingenieros y... por maestros del Feng Shui. Esta pseudociencia se fundamenta en un antiguo sistema filosófico taoísta basado en la ocupación armónica del espacio, con el fin de lograr una influencia positiva sobre las personas que lo ocupan.
El exponencial crecimiento que la ciudad ha experimentado en los últimos años se ha atribuido por la sociedad, de manera unánime, a su correcto Feng Shui. De ella se dice que posee una excelente ubicación geográfica, dado que se encuentra entre las montañas y las aguas del Mar de la China.
Existe una leyenda que argumenta cómo dichas montañas son, en realidad, el hogar de unos dragones cuya presencia es sinónimo de buena suerte y energía positiva. Estos valiosos intangibles son repartidos, cuenta la historia, por todo lugar por el que pasen los dragones en su trayecto hacia el mar, donde se dirigen a beber agua.
De esta manera, los huecos habilitados en las edificaciones proporcionan un camino directo y sin obstrucciones que puedan dificultar la tarea de las criaturas.
La creencia en esta milenaria técnica por parte la población china es extrema: a menudo atribuyen un mal Feng Shui a una mala situación familiar o económica. Buena muestra de ello es la Torre del Banco de China, cuyo abandono es causado, según ellos, por no respetar la arquitectura tradicional de la ciudad.