Desde la devastadora época de la postguerra en europa, a mitades del siglo pasado, se ha puesto un importante foco de interés en la prefabricación en el sector de la construcción. Un interés que se ha difundido por el mundo y que sigue siendo relevante, ya que implica una revolución en la forma de construir, reduciendo tiempos y costes implicados en tan complicado proceso.
Hoy en día, en pleno desarrollo de la cuarta revolución industrial la tecnología de la impresión 3D ha alcanzado un importante nivel de desarrollo que ha permitido, que no solo sea accesible para gran parte de las personas, sino que alcance distintos sectores que pueden ir desde el preciso mundo de la medicina, hasta brusco sector de la construcción.
Conocemos la impresión por inyección de tinta desde 1976, y se toma como el punto de partida hacia la impresión 3D. Pero no es hasta 1987 donde Carl Deckard desarrolla un sistema que funde selectivamente partículas de polvo para dar forma a objetos de tres dimensiones, pero es excesivamente complejo de fabricar para la época.
Pero es en los 90 que se formalizan otros métodos basados en la superposición de capas de un material y la inyección de resinas, que gracias a su economía y accesibilidad difundirán verdaderamente esta tecnología a distintos sectores.
Llevando esta tecnología a una mayor escala es posible levantar paredes con formas orgánicas de manera muy sencilla, veloz, y con poca mano de obra. Ahí es donde se encuentra el verdadero atractivo de esta tecnología en pleno desarrollo.
De hecho, hoy en día se manejan 3 métodos de impresión 3D con hormigón:
Es un método muy parecido al Contour Crafting, desarrollado por Departamento de Obra Civil e Ingeniería de la Universidad de Loughborough, bajo el mismo principio de extrusión pero con un nivel de resolución mucho menor, ya que está enfocado en la fabricación de piezas que ayuden a agilizar el proceso de construcción, y no en levantar muros monolíticos y acabados.
Desarrollado por Enrico Dini,, el D-shape es un método basado en la disposición selectiva de un material aglutinante, para compactar capas de arena muy finas. A pesar de que es un método muy veloz, debe realizarse sobre una cama de impresión y requiere la limpieza del material remanente al finalizar el proceso. Aún así es muy atractivo debido a la complejidad de formas que es capaz de lograr.
Sin duda la impresión 3D con hormigón es una tecnología muy atractiva, y con mucho potencial de desarrollo. A pesar de que aún no se convierte en algo cotidiano en el sector de la construcción, cada vez nos encontramos con más ejemplos de estos métodos alrededor del mundo.
La impresión 3D llegó para cambiar la forma en que construimos y fabricamos, y no se limita al hormigón. Ya nos podemos encontrar con puentes en Amsterdam construidos en acero mediante impresión 3D in situ, y podemos contar con que es el camino al futuro de la construcción a todas las escalas.