Licuefacción: el fenómeno que transforma el comportamiento del suelo

09-Sept-2025
Eloísa.Gonzalez

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¿Puede un terreno aparentemente sólido convertirse en una masa fluida en cuestión de segundos? Este fenómeno conocido como licuefacción, ha sido responsable de algunos de los colapsos más devastadores en la historia de la ingeniería civil. Desde el terremoto de Niigata en 1964 en Japón hasta el de Christchurch en 2011 en Nueva Zelanda, la licuefacción ha puesto a prueba los límites del diseño estructural y la planificación urbana.

En el ámbito de la ingeniería civil y geotécnica, entender cómo y por qué ocurre este proceso es esencial para garantizar la seguridad de las infraestructuras. La licuefacción no solo compromete la estabilidad de los cimientos, sino que también puede generar desplazamientos laterales, hundimientos y, en casos extremos, el colapso total de edificios y obras de ingeniería.

¿Qué es la licuefacción?

La licuefacción del suelo es un proceso por el cual un terreno granular saturado (principalmente arenas, saturadas de agua, que se encuentran cerca de la superficie) pierde su resistencia y rigidez al ser sometido a esfuerzos cíclicos, como los provocados por un terremoto.

En condiciones normales, las partículas del suelo están en contacto entre sí y el agua ocupa los poros. Sin embargo, bajo vibraciones intensas, la presión intersticial del agua aumenta hasta igualar la presión efectiva, lo que hace que el suelo se comporte como un fluido.

En términos simples, es como agitar un vaso con arena y agua: al moverlo bruscamente, la arena pierde su estructura y las partículas comienzan a flotar, incapaces de soportar cargas. En ingeniería, este fenómeno resulta especialmente crítico porque afecta directamente a cimientos, muros de contención, pilotes y estructuras enterradas.

Factores que favorecen la licuefacción

No todos los suelos ni todas las condiciones geológicas presentan el mismo riesgo. Entre los factores más relevantes destacan:

  • Tipo de suelo: las arenas y los limos no plásticos (es un tipo de suelo de grano fino) son los más susceptibles a la licuefacción.
  • Densidad del suelo: los suelos sueltos son muchos más vulnerables que los densos. En un suelo suelto, los granos se reordenan con mayor facilidad durante la vibración, lo que reduce el espacio entre ellos y aumenta la presión del agua.
  • Saturación del agua: la licuefacción no puede ocurrir sin agua. Para que un suelo licúe, debe estar completamente saturado de agua, como si de una esponja empapada se tratase. Además, es más probable que esto ocurra si el nivel freático (el nivel de agua subterránea) está muy cerca de la superficie, a solo unos metros bajo nuestros pies.
  • Profundidad del nivel freático: el nivel freático es la superficie donde la presión del agua es igual a la presión atmosférica. Si este nivel está cerca de la superficie del terreno, es más probable que el suelo subyacente esté saturado de agua, lo que aumenta el riesgo de licuefacción.

Casos históricos de licuefacción

Algunos de los ejemplos estudiados en la historia geotécnica incluyen:

  • Niigata (Japón, 1964): edificios de gran altura basculados o hundidos sin colapsar, lo que ilustró por primera vez de forma visual el alcance del fenómeno.
  • Kobe (Japón, 1995): afectación masiva de puertos y muelles debido a la licuefacción en depósitos de relleno hidráulico.
  • Christchurch (Nueva Zelanda, 2011): miles de viviendas y servicios urbanos dañados por expulsión de arenas y hundimiento del terreno.
  • Ciudad de México (1985 y 2017): aunque el efecto principal fue la amplificación sísmica, en algunas zonas se reportaron evidencias de licuefacción en rellenos aluviales

Estos casos subrayan cómo la licuefacción no solo es un problema técnico, sino también económico y social.

Evaluación y métodos de detección

La evaluación de la licuefacción se lleva a cabo mediante estudios de campo, ensayos de laboratorio y modelado numérico. Los métodos más utilizados son:

  • Ensayo SPT (Standard Penetration Test): un martillo de 63,5 kg golpea una varilla para hincarla en el suelo. Se cuenta el número de golpes (el valor N) necesarios para que la varilla avance 30 centímetros. Un bajo valor N indica que el suelo es suelto y susceptible de licuefacción.
  • Ensayo CPTu (Cone Penetration Test): un cono de acero presiona el suelo a una velocidad constante. Los sensores dentro del cono miden la resistencia a la punta y la fricción lateral del suelo. Este método es más rápido y continuo que el SPT, proporcionando un perfil detallado de la resistencia del suelo a diferentes profundidades. Un baja resistencia a la punta es un claro indicador de que el suelo puede licuarse.
  • Velocidad de ondas de corte (Vs): los suelos con Vs < 200 m/s suelen ser más susceptibles a licuarse.
  • Simulación numérica: modelos constitutivos que replican la respuesta cíclica del suelo bajo carga dinámica.

Métodos de mitigación

La reducción del riesgo de licuefacción se aborda desde dos perspectivas:

  1. Mejora del suelo:
    • Densificación dinámica mediante vibrocompactación.
    • Columnas de grava o arena que mejoran el drenaje y reducen la presión intersticial.
    • Inyecciones químicas o de microcemento para aumentar la cohesión.
    • Congelación artificial del suelo en proyectos especiales (ej. excavaciones profundas).
  2. Diseño estructural adaptado:
    • Uso de cimientos profundos (pilotes) que atraviesen la capa susceptible.
    • Incorporación de sistemas de aislamiento sísmico en edificaciones críticas.
    • Consideración de factores de seguridad adicionales en normativas locales (ej. Eurocódigo 8, normas japonesas y estadounidenses).

Optimizar procesos de licuefacción de gas natural

Aunque en geotecnia la licuefacción se refiere al suelo, el término también es clave en el sector energético, concretamente en el Gas Natural Licuado (GNL). En este contexto, licuar significa enfriar el gas natural a -162 ºC para reducir su volumen en más de 600 veces y facilitar su transporte.

La investigación actual busca optimizar el proceso de licuefacción de gas natural mediante:

  • Sistemas criogénicos de ciclo mixto, más eficientes energéticamente.
  • Intercambiadores de calor de alta capacidad, que reducen pérdidas térmicas.
  • Digitalización y machine learning, aplicados al control de plantas de GNL para reducir consumo energético.

El paralelismo entre ambos tipos de licuefacción (la de suelos y la de gas natural) radica en su enorme impacto en infraestructuras críticas: unas en el ámbito de la construcción y otras en la seguridad energética global.

Implicaciones futuras para la ingeniería

La urbanización en zonas costeras y sísmicas aumenta la exposición al riesgo de licuefacción. A futuro, destacan varias líneas de trabajo:

  • Mapas de susceptibilidad sísmica de alta resolución, combinando sensores satelitales y datos geotécnicos.
  • Inteligencia artificial aplicada al big data sísmico, con modelos predictivos de mayor precisión.
  • Materiales innovadores para la mejora del suelo, con bajo impacto ambiental y mayor durabilidad.
  • Monitoreo en tiempo real mediante redes IoT de piezómetros y acelerómetros para activar sistemas de alerta temprana.

Conclusión

La licuefacción del suelo sigue siendo uno de los fenómenos más desafiantes de la ingeniería geotécnica. Su carácter impredecible y sus consecuencias potencialmente catastróficas exigen soluciones cada vez más innovadoras, que integren modelado avanzado, monitoreo en tiempo real y técnicas de mejora del terreno.

Para los profesionales del sector, comprender sus mecanismos y dominar las tecnologías de prevención es fundamental para diseñar infraestructuras resilientes en un mundo cada vez más expuesto a riesgos sísmicos.

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