Las piscinas dentro del ámbito de las viviendas, llevan mucho tiempo siendo, no solo un elemento de ocio y esparcimiento, sino también un símbolo de abundancia y bienestar. Por estos motivos, es relativamente común que en viviendas o edificios existentes surja la necesidad de instalar una piscina, alberca o pileta; lamentablemente, calculando los m3 de la piscina, nos encontramos con que no todos los edificios cuentan con el espacio o la previsión estructural para ello.
Instalar o hacer una piscina no es una tarea sencilla, y mucho menos en un edificio o en una casa existente, la gran mayoría de ellos no están preparados para modificarse y recibir un elemento tan grande y pesado como una piscina. El espacio no es algo que sobre en los núcleos urbanos, y los edificios altos suelen ser antiguos y su estructura de difícil adaptación para recibir la carga de una piscina en cubierta.
Para conocer cómo afectará una piscina al edificio o el lugar donde se instale, lo primero que debemos hacer es conocer los metros cúbicos (volumen) de agua que podrá contener cuando esté totalmente llena. Cosa que se hace sencillamente utilizando las fórmulas matemáticas para el cálculo de volúmenes en sólidos convencionales:
Para conocer el peso, lo que debemos hacer es tan sencillo como multiplicar el valor de los metros cúbicos obtenidos por 1000. Por otro lado también es muy útil conocer el volumen de agua de la piscina para valorar la cantidad de productos químicos, los equipos, los filtros y las bombas que necesita la piscina para mantenerse.
Luego de conocer el peso de la piscina que se va a construir, a través de su volumen, comprenderemos que el peso del agua que contiene una piscina generalmente no es nada desdeñable, y por lo tanto, el impacto en el terreno donde se construye tampoco lo es. Su ejecución requiere de trabajo de intervención, lo que puede llegar a afectar el terreno y requerir de elementos de contención.
La falta de un proyecto y un estudio geotécnico, hace que sea muy común encontrarnos con piscinas apoyadas sobre relleno, terreno poco competente, en zonas de vertientes o en zonas con pendientes muy inestables y parcialmente apoyadas en terreno de relleno; que son situaciones de riesgo para la estabilidad de la piscina. Esto puede derivar en cambios volumétricos del terreno, por lo tanto grietas, en pérdidas de la estabilidad, en extra costes a la hora de estabilizar el terreno y hacer nuevos estudios geotécnicos, y por supuesto, daños a la propia vivienda.
Para hacernos una idea, una piscina de 50 cm de profundidad media tiene un peso de 500 kg/m2 cuando está llena, y el forjado promedio para viviendas en España está previsto por el código técnico que tenga una resistencia de 200 kg/m2. Por suerte, la superficie y la distribución del peso juega un papel muy importante en la capacidad resistente de la estructura.
En caso de una terraza de 20m2 ( con carga máxima admitida de 200 kg/m2), esta terraza puede soportar 4000kg en total, mientras que una piscina pequeña de 6m2 y llena con 50 cm de altura de agua pesa 3000 kg. Podemos observar que la superficie es crucial para soportar el peso de la piscina, aún así lo mejor es asesorarse por un arquitecto, ya que pueden afectar muchas más variantes como el tipo de estructura, si se trata de un voladizo, o incluso la ubicación de la piscina en la terraza o cubierta.
Todo esto, cuando hablamos de piscinas hinchables o de plástico evidentemente, cuando se trata de una piscina construida se debe reforzar la estructura del edificio a través de un proyecto y un nuevo cálculo estructural. Además de realizar todos los trámites legales y obtener los permisos que esto requiere; aun así, en la gran mayoría de los casos resulta inviable la construcción de una piscina en cubierta, ya que bajo aspectos sísmicos son muy perjudiciales para el edificio.