A raíz de la crisis energética mundial, la unión europea en 2002, comienza a tomar cartas en el asunto con la Directiva de eficiencia energética en edificios. Una de las directivas más familiares en este aspecto, ya que introduce el concepto de la calificación energética de los inmuebles. La calificación energética G es la más baja dentro de esta escala, lo que significa la menos eficiente, la A por el contrario, es el tope de la lista y representa la mejor eficiencia.
Calificación energética
En la Directiva 2002/91/CE se introduce el concepto de certificación energética de los edificios, como una actividad que debe ser ejecutada por un profesional habilitado específicamente a estos efectos, según los criterios de cada estado miembro. En sucesivas actualizaciones de la normativa europea, se introduce la obligatoriedad de la certificación y la calificación para los inmuebles que se construyan, vendan o alquilen.
Para calificar un inmueble dentro de esta escala deben ser considerados varios indicadores que permiten valorar un buen o mal comportamiento energético. Estos indicadores se consideran con base anual y sobre la superficie útil que corresponda al inmueble, y permitirán conocer la cantidad de energía necesaria para satisfacer, bajo condiciones climáticas determinadas, las condiciones de confort consideradas normales; esto incluye: calefacción, refrigeración, ventilación, agua caliente sanitaria e iluminación en ciertos casos.
Consecuencias de una calificación energética G
Desde 2013, es obligatorio presentar la certificación energética para la construcción, compra, venta o alquiler de un inmueble. Que este sea calificado con una eficiencia energética de categoría G, implica que el mismo, consume una gran cantidad de energía anualmente para mantener unas mínimas condiciones de confort, bastante superior a la media nacional. Dentro de la economía de un hogar, esto se traduce en más gastos en servicios de electricidad, agua y gas.
Según los estudios realizados por Certicalia, anualmente una vivienda de categoría G puede generar una diferencia por encima de alrededor 1175 euros al año, en calefacción, refrigeración, y aguas caliente, con respecto a la misma vivienda clasificada como categoría C. No es una cantidad para menospreciar, pero no es la única consecuencia; una vivienda eficiente energéticamente, es una vivienda que por sus características de aislamiento, soporta mejor el frío del invierno y el calor del verano, que tiene una buena ventilación natural y permite disfrutar de la brisa gracias a su buena ventilación, no tiene picos de temperatura según qué espacio, en fin, mejora la calidad de vida de sus habitantes. El Máster en Eficiencia Energética y Energías Renovables enseña todo lo necesario para evitar la obtención de una calificación energética g en proyectos de edificación.
Cómo mejorar una categoría G
La forma de mejorar la eficiencia energética de una vivienda o un edificio, es a través de reformas que optimicen los sistemas pasivos, que mejoran la eficiencia sin implicar gasto de energía de cualquier tipo, y activos, que son aquellos que sí consumen energía. Normalmente es necesario realizar reformas integrales que abarquen ambos tipos de sistemas para lograr un aumento significativo de la eficiencia, sin embargo, cada caso es particular y el verdadero alcance la intervención va a estar limitado por la relación costo/beneficio de la misma.
Mejoras de los sistemas pasivos
Lo primero para este tipo de mejoras es empezar por las ventanas, la fuente más importante de dispersión de calor en un edificio o vivienda, y afectan directamente a la facilidad con que un espacio se acondiciona por calefacción o refrigeración mecánica, incidiendo directamente sobre el gasto de energía anual para estos efectos.
Otro de los métodos de mejora pasivos, es la colocación o mejora del material aislante de los muros en contacto con el exterior. Aunque tienen mejores resultados, casi nunca es posible aislar desde el exterior, por lo que la opción más habitual es incrementar el material aislante hacia el interior.
Mejoras de sistemas activos
En cuanto a los sistemas activos, el principal problema tiene que ver con la eficiencia de las calderas, dependiendo de su antigüedad consumen mucha energía para calentar el agua, hoy en día hay una diferencia abismal en la cantidad de energía que consumen las nuevas calderas y la cantidad de CO2 que emiten al ambiente, seguidos por los sistemas de refrigeración, y en grandes edificios, los sistemas de intercambio de aire. Otro tipo de mejoras activas, es la implementación de sistemas de generación de energía, a través de fuentes renovables, como la instalación de paneles solares fotovoltaicos para generar parte de la energía eléctrica, y térmicos ayudar a calentar el agua sanitaria.
Diferencias entre una vivienda con calificación energética A y G
Una vivienda calificada con la G significa que es poco eficiente, con un gasto medio anual en calefacción, agua caliente y aire acondicionado muy superior a la media del consumo nacional, porque carece de aislamiento, tiene una mala construcción y, además, no utiliza sistemas de calefacción eficientes.
Por el contrario, para conseguir una calificación A requiere un buen diseño y orientación, instalaciones de alto rendimiento, un correcto aislamiento de la fachada y cubierta y el uso de energías renovables activa y pasivamente.
Al hablar de consumo, las diferencias entre ambas calificaciones son elevadas. Una vivienda con la máxima calificación energética A consume un 55 % menos que la media y un 90 % menos respecto a una con la letra G. Una vivienda B consume un 70 % menos y una C un 35%.
En términos económicos, y según los datos recogidos en los certificados energéticos realizados por Certicalia.com, hay una diferencia de unos 1253 € al año en gastos de calefacción, refrigeración y agua caliente entre un vivienda poco eficiente, con una calificación energética G (cuyo coste puede llegar a los 1535,85 € al año), y otra vivienda eficiente, con una calificación energética B (con un coste de 282,67 € al año).
Para aquellos interesados en esta área Structuralia ha desarrollado el Máster en Ahorro Energético y Sostenibilidad en la Edificación con titulación propia de la Universidad Politécnica de Madrid con el objetivo de formar profesionales capacitados para el desarrollo de tareas de ingeniería, consultoría y gestión de proyectos en edificios en el campo del ahorro, la eficiencia de los sistemas energéticos y la integración de las energías renovables para lograr una edificación más sostenible.