El primer alcantarillado del que se tiene constancia fue el construido en Nippur (Irak) en torno al 3750 AC. A partir de él, se ha ido desarrollando y perfeccionando a lo largo de la historia hasta el que tenemos actualmente.
Esta evolución ha permitido evitar los problemas sanitarios que se pueden generar en el caso de no contar con una buena red de alcantarillado que permita recoger y transportar las aguas residuales, convirtiéndose en un servicio básico en las ciudades.
A continuación os contamos las características y elementos que componen una red de saneamiento actual:
Dentro de las redes que componen el alcantarillado de una ciudad podemos encontrar dos tipos principales en función de la forma en la que se recoge y se transporta el agua:
Son los compuestos por dos redes independiente, una encargada de recoger las aguas domésticas e industriales, y otra de las aguas pluviales y de limpieza viaria.
Este tipo de red tiene únicamente un conducto en el que se recolecta y transporta las aguas residuales y de lluvia. Asimismo, cuentan con aliviaderos que permiten el vertido al medio natural de una parte en el caso de lluvias torrenciales.
En el caso de redes de alcantarillado muy extensas, principalmente en grandes ciudades, es posible que se encuentren sistemas mixtos en el que conviven los dos tipos según la zona.
La disposición final de la red de alcantarillado de una ciudad estará influenciada por diversos factores, entre los que se encuentran la topografía y geología del terreno o las características urbanísticas de la zona.
Siempre que la topografía lo permita, será prioritario que la totalidad de la red o su mayor parte permita un flujo gravitatorio del agua, ya que en caso contrario, sería necesario la utilización de bombeos que conlleva dificultades técnicas y un elevado coste económico.
Otro factor importante a la hora de la construcción de la red será el tipo de terreno de la zona, que afectará tanto al trazado como a los métodos constructivos utilizados. La aparición de un suelo duro y de difícil excavación puede aumentar de manera considerable el gasto.
Por último, la red de alcantarillado debe coincidir con los viales y espacios de la ciudad, por lo que se tendrá que tener en cuenta en su desarrollo la ocupación del suelo, su calificación urbanística y los posibles desarrollos futuros.
A continuación vamos a ver los componentes que forman una red de alcantarillado, y que están divididos en cuatro categorías:
Son los encargados de recoger las aguas, tanto residuales como pluviales, e introducirlas en la red.
En el caso de las aguas residuales, se utilizan las acometidas particulares que conectan el desagüe de los edificios con la red pública. Están compuestas por 3 partes, un pozo situado en la línea de la fachada del edificio, una canalización de enlace y un dispositivo de conexión con el colector público.
En cuanto a las aguas pluviales, nos encontramos con los sumideros, situados en la superficie y encargados de recogerlas y conducirlas hasta los colectores. Se dividen en tres partes, la rejilla de captación, la canalización de enlace y la conexión con el colector.
Los pozos de registro pueden ser visitables, en casos de colectores de gran sección, o no visitables, sirven para la introducción a través de ellos de los equipos de limpieza e inspección.
Son canalizaciones lineales que tienen como finalidad el correcto transporte de las agua recogidas por los elementos de captación. Pueden tener distintos tipos de secciones, y los hay visitables o no visitables.
Por último tenemos elementos especiales que no están presentes en todas las redes de alcantarillado y que se utilizarán en situaciones específicas para dar respuesta a puntos críticos, reteniendo y regulando caudales y actuando como control para el funcionamiento.
Alguno de estos componentes son: pozos de resalto, rápidos, aliviaderos, depósitos de tormenta, estaciones de bombeo, cámaras de descarga, etc.
Para un correcto funcionamiento de la red es necesario que las conducciones que la componen cumplan ciertos requisitos en cuanto a condiciones hidráulicas y estructurales.
En este sentido, será necesario la estanqueidad de todos los elementos para que no haya pérdidas, y contar con una rugosidad débil para reducir al máximo la pérdida de carga.
En cuanto a las características estructurales, deberá resistir tanto las sobrecargas del terreno como la de cargas móviles y las acciones de agentes contaminantes físicos y químicos. Para cumplir todos estos requisitos normalmente se elige el hormigón para la construcción de la red.
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