En este artículo nos gustaría recordar la ciudad de Pompeya, una ciudad de la Antigua Roma, cercana a la actual ciudad de Nápoles, Italia, que tras la erupción del volcán Vesubio quedó sepultada bajo la lava.
La erupción del citado volcán cubrió Pompeya de lava en el año 79 d.C., dejándola oculta bajo cenizas y rocas, pero completamente intacta para su estudio. La ciudad permaneció enterrada varios siglos hasta que comenzaron las excavaciones, descubriéndose una maravilla de incalculable valor arqueológico.
De los yacimientos rescatados se han podido observar diferentes manuscritos, edificios, elementos decorativos y muchísimos útiles de la vida cotidiana de sus habitantes, que han sido muy útiles para comprender y encuadrar el momento histórico en el que sucedió el desastre.
Las calles de esta ciudad eran rectas y formaban una rejilla siguiendo el estilo del urbanismo romano, pero no se distribuyó en un plano regular como en el resto de ciudades romanas, ya que se encuentra ubicada en una zona con una orografía más irregular. Pompeya contaba con un cardo (calle con orientación norte-sur) y dos decumanos (calle con orientación este-oeste), y sus calles se encuentran pavimentadas con cierta pendiente para que el agua de las lluvias no formase charcos.
El foro, que contaba con un espacio abierto de 145 metros de longitud por 38 de ancho, era el centro era el centro comercial y cívico de la ciudad, y en el caso de Pompeya, nos encontramos con otra singularidad respecto a otras ciudades de su época, al encontrarse ligeramente desplazado de la confluencia del cardo y el decumano. Además del foro, la ciudad tenía otros lugares públicos típicos de las ciudades romanas, como las termas y los templos.
De los restos conservados se comprobó que existían varios modelos de vivienda en la ciudad de Pompeya, que son reflejo de los distintos niveles de poder adquisitivo de los habitantes de esta ciudad. Por un lado podemos encontrar las viviendas de las familias más adineradas, construcciones unifamiliares que reciben el nombre de Domus. Otro tipo de residencias, las de la gente de clase media, se encontraban formando pequeñas comunidades de viviendas o insulae, que tenían unos corredores en torno a un patio o huerto, al que daban sus cubículum privados. Por último también existieron diferentes villas suburbanas, concebidas para el ocio o para explotaciones agroganaderas, alrededor de la ciudad.
Pompeya, como otras ciudades romanas, estaba dotada de un moderno sistema de gestión de aguas, canalizaciones, alcantarillado, contando con su Castellum Aquae, pero solo en una parte de la ciudad.
Se estima que esta ciudad, considerada una maravilla desde el punto de vista arqueológico, podría haber tenido entre 20.000 y 25.000 habitantes en el momento de la tragedia.
La visita a las ruinas de esta ciudad nos permite imaginar perfectamente cómo era la vida de sus habitantes, pudiendo observarse el foro, termas y diferentes templos, conservándose incluso la decoración en algunas casas.
La erupción del volcán no solo arraso la ciudad de Pompeya, otras como Herculano y Estabia también sufrieron este desastre natural.
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