Con motivo de la festividad de San Francisco de Asís, hoy compartimos con vosotros un post sobre descontaminación ambiental. Cabe destacar que el Santo es el patrón de los forestales (Ingenieros de Montes, Ingenieros Técnicos Forestales y Agentes Forestales), y por extensión, de todos los que cuidan y respetan el Medio Ambiente. ¡Allá vamos!
Fundador de la Orden Franciscana y de las Hermanas Clarisas, fue un santo italiano nacido en el año 1181 en el municipio de Asís. Su canonización se produjo en 1228 por la Iglesia Católica y su festividad se celebra cada 4 de octubre.
Siguiendo su amor por la naturaleza, hoy os contaremos cómo, sorprendentemente, los ríos son capaces de generar un mecanismo para la depuración de sus propias aguas, contribuyendo así, a la creación de un ecosistema apto para la vida de muchas especies animales.
Los parámetros de calidad exigibles al agua son tan diversos como tipos de agua podamos encontrar (aguas subterráneas, continentales, marítimas...) pero, en cualquier caso, la naturaleza se encarga de realizar una primera eliminación de sustancias contaminantes.
En el caso de los ríos, el flujo de agua posee, como es evidente, unos índices de calidad que disminuyen conforme aumenta la proximidad a los núcleos de población. Sin embargo, el agua que encontramos en los tramos altos de los ríos es de muy buena calidad, debido principalmente a los escasos vertidos y a su elevada capacidad de autodepuración.
Lo anterior ya lo conocíamos, pero ¿en qué consiste tal autodepuración?
La autodepuración de las aguas
La autodepuración de las aguas es un conjunto de fenómenos físicos, químicos y biológicos, que tienen lugar en el curso del agua de modo natural y que provocan la destrucción de materias extrañas incorporadas al flujo. Éstas son, principalmente, bacterias aerobias, que consumen materia orgánica con ayuda del oxígeno disuelto en el agua. Además, hay que añadir las plantas acuáticas, que asimilan algunos componentes en forma de nutrientes, así como mediante otros procesos fotoquímicos.
La capacidad de autoregeneración de un río dependerá de los siguientes tres aspectos: el caudal, que permitirá diluir el vertido y facilitar su posterior degradación, la turbulencia del agua, que aportará oxígeno diluido al medio, favoreciendo la actividad microbiana y, la naturaleza y tamaño del vertido que se haya producido a lo largo de su curso.
En los mecanismos naturales de autodepuración de un río se distinguen cuatro zonas según su contaminación y fase de depuración.
- Zona de degradación próxima al vertido; desaparecen las formas de vida más delicadas; algunos peces y algas, y aparecen otras más resistentes. El aspecto del agua es sucio, disminuye el contenido en oxígeno y aumenta la DQO. Comienza la degradación por parte de la flora microbiana.
- En la zona de descomposición activa aparecen aguas sucias, ennegrecidas, con espumas, y malolientes. Existe una descomposición anaerobia que provoca un desprendimiento de gases.
- La tercera zona es la de recuperación. Reaparecen los vegetales y el agua se clarifica. Todo ello debido a la presencia de oxígeno disuelto o procedente de la actividad fotosintética de los vegetales, que ayuda a degradar los compuestos contaminantes.
- Por último, la zona de aguas limpias, donde se dan las características físico-químicas y la presencia de animales y vegetales acorde con la naturaleza del cauce.
A pesar de contar con el inestimable recurso de la autoregeneración de las aguas, en los grandes caudales de aguas residuales, es indispensable contar con la instalación de una completa infraestructura depuradora, para poder evitar con ella la contaminación irremediable de los cauces.