Alejandro López Vidal es Director Técnico de ANDECE y dirige el Máster de Construcción Industrializada en Hormigón de STRUCTURALIA
En los artículos anteriores de la serie presentamos primero la evidencia que se está observando en la construcción que cada vez se nutre más de procesos y sistemas industrializados [1], habiendo abordado inicialmente este concepto y sus implicaciones desde la eficiencia, especialmente en términos económicos [2], pues resulta el principal aspecto que condiciona la mayoría de decisiones de los proyectos constructivos actuales.
Este tercer artículo, penúltimo de la serie, quiere dar continuidad analizando el impacto y ventajas que tiene la industrialización desde el punto de vista social, exponiendo las mejoras que se producen en cuanto a una mayor seguridad de los trabajadores durante la fase de ejecución de la obra, y especialmente en la larga etapa de funcionamiento del edificio o infraestructura.
En consecuencia, los futuros usuarios nos podremos beneficiar de habitar en espacios más confortables, más durables y menos sujetos a reparaciones. La tercera dimensión del desarrollo sostenible, la medioambiental (junto a la económica y social) quedará para la última entrega.
Una de las grandes características de la construcción industrializada con elementos prefabricados de hormigón es la rapidez de ejecución y trabajar de forma mucho más limpia y ordenada.
Además, generalmente se lleva a cabo en condiciones de trabajo mucho más seguras para los operarios que la construcción convencional, al reducir significativamente la sobrecarga habitual de maquinaria, materiales, medios auxiliares (encofrados, andamios, apuntalamientos, etc.) y personas en la obra que interaccionan en un espacio acotado, reduciendo el tiempo de exposición a los riesgos por la mayor velocidad de ejecución que se acaba de mencionar.
Esta gran diferencia se demuestra con uno de los mejores trabajos realizados hasta la fecha, acometido por el Instituto Regional de Seguridad y Salud de la Comunidad de Madrid [3].
En este trabajo se compararon dos combinaciones de obras reales: un forjado y un muro, cada uno de ellos realizado mediante elementos prefabricados de hormigón en un caso, y otro mediante técnicas convencionales in situ.
En ambas obras se analizaron los impactos relativos a los riesgos laborales, la velocidad de ejecución y los costes de construcción, resultando abrumadora la mejora que se obtenía en las dos obras realizadas con elementos prefabricados de hormigón:
Imagen 1.- Tabla comparativa en la ejecución del forjado, en el primer caso in situ y en el segundo mediante placas alveolares prefabricadas de hormigón
En su conjunto, la ejecución de la losa con placas alveolares presentaba un 27% de mejora en cuanto a los aspectos de seguridad.
Imagen 2.- Tabla comparativa en la ejecución del muro, en el primer caso in situ y en el segundo mediante paneles prefabricados de hormigón
En este caso se observaba una mejora todavía mayor de la opción industrializada, siendo prácticamente un 50% más segura.
Por tanto, aunque los materiales de construcción y la tecnología hayan avanzado notablemente, se hace necesario cambiar una forma de construcción que apenas ha evolucionado en las últimas décadas. En las obras, los albañiles deberían ir siendo sustituidos por montadores o instaladores a fin de mejorar la seguridad, entre otras razones.
En primer lugar, el hormigón es un material inocuo, que no genera compuestos orgánicos volátiles y cuyos elementos constructivos se pueden llegar a colocar sin necesidad de ir revestidos de capas o pinturas potencialmente poco salubres.
Además, la gran inercia térmica del hormigón o la tratada resolución de las juntas entre elementos exteriores, hace que los edificios requieran menor consumo de energía para su acondicionamiento y presentan temperaturas más estables, mejorando doblemente el gasto energético y el confort de los ocupantes [4].
Por otro lado, de todas las características que debe tener un material o un sistema constructivo, probablemente la durabilidad suponga la más importante en un enfoque sostenible. Un material, por muy baja carga ambiental tenga en su origen, si no es durable no puede ser sostenible.
La durabilidad de los elementos prefabricados de hormigón, especialmente aquellos con fines estructurales, es una de sus características más reconocidas. El hecho de ser fabricado en un entorno protegido de las condiciones ambientales adversas y que sea resultado de un proceso industrial bajo un sistema de control de producción en fábrica, permite asegurar una vida útil superior a la establecida reglamentariamente (50 años en el caso de los edificios).
De esta forma, la posible generación de residuos y/o necesidad de extraer nuevos recursos con que producir nuevos elementos destinados a nuevas construcciones se amortizan en un periodo de tiempo más largo.
Considerando que la distribución de los impactos ambientales (consumos de energía, materiales, etc.) de un edificio a lo largo de su vida se concentran mayoritariamente durante la fase de servicio (≈ 80%), mientras que el resto de las etapas (fabricación, transporte y construcción) sólo ocupan el 20% restante, se pone de manifiesto la tremenda importancia que tiene la durabilidad como garantía de ofrecer una vida útil elevada [5].
Referencias
[1] https://blog.structuralia.com/la-construccion-industrializada-que-ha-llegado-para-quedarse
[3] “Buenas prácticas preventivas “. Instituto Regional de Seguridad y Salud de la Comunidad de Madrid. 2013. http://www.andece.org/images/BIBLIOTECA/buenas_practicas_preventivasph.pdf
[4] "Hacia el objetivo de los edificios de consumo de energía casi nula: la masa térmica en los prefabricados de hormigón". Revista Ecoconstrucción. 2016. http://www.andece.org/images/BIBLIOTECA/inercia_termica_hormigon_ecoconstruccion.pdf
[5] Curso IV: Ciclo de vida. Máster de Construcción Industrializada en Hormigón de STRUCTURALIA http://capacitacionprefabricados.com/