La edificación sostenible también forma parte de la lucha contra el cambio climático la serie de pasos para no llegar al punto de no retorno.
La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, del consumo energético y de la utilización de recursos naturales son ahora una prioridad.
En los últimos tiempos en el sector de la construcción, y más concretamente en el de la edificación, se están tomando medidas para reducir el impacto ambiental que se produce. En consecuencia, cada vez se escucha más el concepto de arquitectura sostenible.
Este tipo de edificación es aquella que reflexiona sobre su huella ambiental desde la fase de proyecto, teniendo en cuenta los impactos que va a producir en su construcción, vida útil y demolición. Debido a esta atención temprana se pueden tomar las medidas y decisiones oportunas para disminuir el impacto medioambiental.
Características de una arquitectura sostenible
Construir de una forma sostenible es una acción que abarca desde la elección de los materiales de construcción, el proceso constructivo, e incluso el entorno urbano, hasta la fase de demolición y la gestión de residuos. A continuación vamos a explicar las distintas técnicas que se utilizan en la arquitectura sostenible para reducir el impacto que se genera en su edificación.
1. Elección del emplazamiento
A la hora de construir una vivienda sostenible es importante tener en cuenta donde se va a realizar. El lugar donde se vaya a llevar a cabo debería evitar áreas de gran contaminación atmosférica y acústica, líneas eléctricas y zonas cuyo subsuelo tenga fallas geológicas. Todo esto se puede analizar mediante un estudio geobiológico del terreno.
Otra opción interesante es la reutilización de un edificio manteniendo los máximos elementos estructurales posibles, lo que ayudaría a un menor impacto medioambiental en el proceso constructivo.
Igualmente, la zona que rodea a la vivienda debería contar con grandes áreas de vegetación, ya que ayudará a disminuir la contaminación atmosférica y colaborará al confort térmico y climático.
2. Orientación de la vivienda
Tan importante como el emplazamiento es la orientación en la que se construye un edificio. Una buena elección nos ayudará de forma significativa a la hora de reducir la energía necesaria para la regulación térmica de la casa.
Por tanto, si se va a construir en una zona soleada, este debería estar orientado al sur y no a las zonas con sombra. Con esta simple colocación, tendremos un buen confort térmico y ambiental sin gastos energéticos adicionales.
3. Utilización de energías renovables para el autoconsumo
Una gran parte de la electricidad utilizada en el día a día de un edificio viene de fuentes que generan una contaminación al medioambiente. Por lo tanto, si somos capaces de generar por medio de energías renovables la electricidad que consumimos, ayudaremos a reducir el impacto ambiental.
Las energías renovables son aquellas que proceden de recursos naturales y de fuentes no fósiles, la más utilizada en las viviendas es la fotovoltaica, por las facilidades que presenta su instalación y uso. Con la colocación de una o varias placas, podemos conseguir ser autosuficientes energéticamente. Entre otras podemos encontrar: energía solar, eólica, hidráulica, biomasa o geotérmica, para la generación de energías limpias, ya que no contaminan, y además son inagotables, es decir, son renovables.
4. Aislamiento térmico
Para conseguir una correcta eficiencia energética, es necesario que nuestra casa cuente con un buen aislamiento térmico que dificulte la variación de temperatura. Si conseguimos que las pérdidas de energía por marcos, muros y demás puntos de filtraciones sea casi nula, reduciremos de forma considerable el consumo energético.
Esto se podrá conseguir con la utilización de ventanas de doble cristal o con rotura de puente térmico y con un sistema de aislamiento térmico de exteriores (SATE). Por consiguiente, la colocación de estos sistemas puede suponer un ahorro de energía entre un 60% y un 90%.
5. Uso de materiales naturales o reciclables
Son respetuosos con el medio ambiente, procedentes de fuentes no contaminantes, materiales naturales, reciclados, y/o reutilizable. Para llevar a cabo la construcción de un edificio, será necesario utilizar una gran cantidad de materiales, muchos de los cuales luego se convertirán en residuos. Por lo tanto, el uso de materiales reutilizables, naturales, o que se pueden reciclar posteriormente, ayudará a disminuir su impacto ambiental.
Algunos ejemplos de estos tipos de materiales son: los ladrillo cerámicos, la piedra, la madera, las fibras vegetales, etc. Por otra parte, los productos plásticos que se utilicen como pueden ser pinturas, imprimaciones, aislantes, etc, deberán ser ecológicos y no tóxicos.
6. Instalación de sistemas de seguimiento y verificación
Por último, es conveniente la instalación de sistemas que hagan un seguimiento y control del consumo eléctrico, temperatura, humedad, etc. Esto nos ayudará a observar de forma precisa el comportamiento energético de nuestra vivienda y tomar medidas con la aparición de problemas en el sistema.
Políticas nacionales y europeas relacionadas a la Edificación Sostenible
El Ministerio de Fomento es quien promueve y regula los criterios básicos que guían la línea de actuación ante la edificación sostenible, y a la vez, definen los principales ámbitos en que se desarrolla son: el fomento de la eficiencia energética y del desarrollo sostenible, la garantía de la accesibilidad para evitar la discriminación de las personas con discapacidad y favorecer su movilidad, y la aplicación de las innovaciones y nuevas tecnologías.
El Código Técnico de la Edificación (CTE) es el marco normativo que establece las exigencias que deben cumplir los edificios en relación con los requisitos básicos de seguridad y habitabilidad establecidos en la LOE.
En definitiva, la arquitectura sostenible está cada vez más presente en la construcción de edificios, y con la entrada de nuevas tecnologías como la metodología BIM, es posible hacer un mejor seguimiento de su comportamiento energético a lo largo de su vida útil.
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