Descubre en detalle las características del Internet de las Cosas y cómo se aplican al concepto de las Smart Cities. ¡El futuro te espera!
En un mundo cada vez más interconectado, los avances tecnológicos han cambiado la forma en que vivimos y trabajamos. La integración del Internet de las Cosas (IoT) en nuestras ciudades es uno de estos avances que promete transformar nuestras vidas urbanas de formas inimaginables.
En este artículo, exploraremos cómo se relacionan las características del Internet de las Cosas con las Smart Cities y cómo estas últimas están llamadas a cambiar la forma en que vivimos.
El Internet de las Cosas, también conocido por su denominación anglosajona “Internet of Things” o IoT, consiste en la conexión de diferentes elementos que encontramos en nuestro día a día, permitiendo el intercambio de información entre ellos y las personas.
El IoT hace referencia a objetos cotidianos que están conectados a internet y entre ellos por medio de redes, siendo capaces de comunicarse entre ellos y de compartir en tiempo real datos para su posterior estudio desde localizaciones remotas.
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Sin embargo, el IoT es mucho más que smartphones o Smart TVs: es la idea de convertir en inteligentes aparatos que actualmente no lo son, como lámparas, termostatos o refrigeradores, para que todo esté conectado.
Sus aplicaciones son enormes, más aún si lo unimos con la implementación de softwares de inteligencia artificial. Estos últimos aprenden del comportamiento humano, pudiendo realizar predicciones y adelantándose a las necesidades que podamos tener.
Antes de poder entender cómo cuadran las características del Internet de las Cosas con las Smart Cities, antes tenemos que comprender qué son estas exactamente. De forma simplificada, se conoce como Ciudades Inteligentes o Smart Cities al conjunto de municipios en los cuales se aplican tecnologías y políticas innovadoras para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Un ejemplo claro es el ahorro de energía, el cual se consigue mediante la automatización y digitalización de los servicios municipales. De esta forma, se reduce el consumo energético y, por tanto, las emisiones contaminantes.
Otro ejemplo es el control del tráfico. La implementación de semáforos y cámaras inteligentes permite gestionar el tráfico, reduciendo los atascos y mejorando la circulación por las calles.
Las Smart Cities necesitan de un alto grado de conectividad, ya que dependen por completo de la utilización de información y el traspaso de esta. El hecho anterior, hace que un elemento fundamental de las Smart Cities sea la aplicación del Internet de las Cosas.
Las características del Internet de las Cosas en una Smart City hace que esta tecnología pueda clasificarse principalmente en tres tipos de dispositivos: fijos, dinámicos y participativos.
Los dispositivos fijos se colocan en puntos específicos de la ciudad para monitorizar aspectos como el tráfico o el caudal de agua.
Los dispositivos dinámicos están instalados en elementos móviles, como vehículos, y deben incluir un GPS para enviar la localización del dispositivo junto con la información obtenida.
Los sensores participativos están diseñados para convertir al ciudadano en un sensor, permitiendo que la persona genere y comparta información.
El IoT tiene un papel crucial en las Smart Cities, ya que permite automatizar y facilitar determinados procesos cotidianos y mejorar aspectos de la vida de los ciudadanos.
Por ejemplo, en el uso sostenible de los recursos, los sistemas IoT pueden determinar si se consumen adecuadamente y conectar con los elementos necesarios para localizar desviaciones en el uso, hacer predicciones de consumo y tomar medidas basadas en esos datos.
Los sistemas de transporte también se benefician del IoT. Gracias a él, los usuarios pueden planificar sus rutas, detectar si hay alguna avería o retrasos por incidencias en la vía. Con un sistema conectado, podrías saber si tu autobús viene con demora, en qué lugar está parado e incluso encontrar otros medios que puedan ser más eficientes ese día.
En el reaprovechamiento de espacios, el IoT también juega un papel importante. Mediante el uso de sensores en los puntos de acceso, sería posible medir las horas de más afluencia, detectar qué parking recibe más visitas y encontrar los elementos que hacen que se desarrolle esa situación. Una vez procesados los datos podríamos establecer si es conveniente hacer reformas en uno de ellos, destinar ese espacio a otra función e incluso, avisar a los usuarios de alternativas de aparcamiento.
Fuente: Valencia Plaza
Finalmente, el IoT puede asegurar el acceso a todos los servicios. Imaginemos que tenemos que acudir a una cita médica. Si en el centro en cuestión existiesen sensores de acceso, sería posible que a través de nuestra tarjeta sanitaria, se detectase que hemos acudido a la hora señalada, nos indicase a qué planta debemos ir, si las visitas fueran con retraso, etc.
El desarrollo de las actividades del IoT que generan valor dentro de las smart cities sigue un proceso específico. Primero, los suministradores y fabricadores de dispositivos IoT permiten comunicaciones con baja latencia y consumo.
Luego, la información obtenida se integra en grandes bases de datos en tiempo real. Después, los datos se integran y agregan para facilitar su tratamiento. A continuación, los datos se tratan, procesan y analizan, generando inteligencia.
Finalmente, los datos se presentan para facilitar la toma de decisiones, y los servicios profesionales aportan valor gracias a los datos proporcionados.
El tratamiento de datos personales es una de las principales características del Internet de las Cosas a las que hay que prestar atención. Así, podemos diferenciar 4 fases al analizar la información recibida de los dispositivos:
Descriptivo: recopila datos, se visualizan en los cuadros de mandos y se generan los informes.
Predictivo: su finalidad es generar modelos estadísticos para anticipar el futuro.
En streaming: busca patrones, eventos y datos para actuar directamente.
Prescriptivo: modelos que se centran en dar solución a eventos.
Además, estas fases se pueden desarrollar en tres niveles: en el dispositivo, en la pasarela (gateway) o centralizado en la nube. Actualmente el más utilizado es el último de ellos, en la nube, aunque la tendencia con los años será el desarrollo en el dispositivo y en la pasarela.
Con estas características del Internet de las Cosas que hemos expuesto a lo largo del artículo, podemos ver que está transformando nuestras ciudades en Smart Cities, aumentando la eficiencia, la comodidad y la calidad de vida de los ciudadanos. A medida que más dispositivos se conectan y comparten datos, nuestras ciudades se vuelven más inteligentes y más adaptadas a nuestras necesidades.
Como resultado, las Smart Cities se valen en gran medida del internet de las cosas, de igual manera, este último adquiere la máxima expresión en su aplicación urbanística. Gracias a esta relación, conseguimos sacar el máximo partido a los núcleos urbanísticos, aumentando la participación ciudadana y mejorando la calidad de nuestro día a día.
Sin embargo, para comprender en su totalidad cómo el IoT está transformando nuestras urbes en Smart Cities, es esencial explorar cómo se integra esta tecnología revolucionaria en el ámbito de la gestión urbana, y aquí es donde el Máster en Gestión de Smart Cities de Structuralia entra en juego. Este programa de posgrado ofrece a los profesionales las herramientas y conocimientos necesarios para liderar la transformación de las ciudades en entornos más inteligentes y habitables. Uno de los pilares fundamentales del máster es el entendimiento y la aplicación del IoT en el contexto urbano.