¿Es fundamental la experiencia para calcular correctamente las cargas muertas en un edificio? La respuesta es sí, ya que están siempre presentes.
Se entiende por el peso de un objeto o material, la fuerza con la que este objeto es atraído hacia el centro de la tierra gracias a la acción de la gravedad. Esto es un principio muy básico, y muy presente en el cálculo de cualquier estructura, ya que precisamente esta es la responsable, no sólo sostener su propio peso, sino oponer resistencia al peso de los objetos, personas y materiales que aloja.
A la hora de analizar la resistencia de una estructura, debemos tener en cuenta el peso de todo lo que se prevé que aloje el edificio; dicho peso, pasa a conocerse como “cargas”. Estas cargas se expresan en unidades de peso por longitud o en unidades de peso por superficie unitaria, por ejemplo: kg/m, o kg/m2.
Las cargas recaen sobre cada uno de los elementos que puede llegar a tener la estructura de un edificio, es decir, los miembros estructurales. Éstos miembros están constituidos, cada uno por un material y una determinada forma volumétrica, sujeto a realizar uno o varios esfuerzos dentro del comportamiento de la estructura ante la aplicación de una carga.
En un edificio, existen dos principales tipos de cargas estructurales: cargas vivas y cargas muertas. Como su nombre lo indica, las cargas muertas son el peso de aquellos elementos que permanecen fijos, adosados e inmóviles, y son soportados por la estructura; en cambio, las cargas vivas son aquellas que no se puede saber con exactitud, ya que varían de tamaño, posición, y cantidad, por lo que se debe hacer una estimación estadística para prever su impacto en la estructura.
Las personas, la nieve, y el viento, son cargas vivas, mientras que puertas, ventanas, divisiones, e incluso el propio peso de la estructura, son consideradas cargas muertas. Ambas son igual de relevantes dentro del cálculo de la estructura, al fin y al cabo esta debe ser capaz de soportar su incidencia, los edificios deben construirse para mantener resistencia de manera estable a cualquier tipo de carga, y así poder perdurar en el tiempo.
Como ya hemos dicho anteriormente, este tipo de cargas viene definida por el peso de los materiales que se encuentran en el edificio. Por esto, la precisión de la estimación hecha para realizar el proyecto dependerá de la cantidad y la definición de la información sobre los materiales a utilizar en dicho proyecto, y por ende, juega un papel fundamental la experiencia del calculista.
Por lo general se parte de una estimación previa al inicio del proyecto, la cual se ve modificada posteriormente por cambios y revisiones del proyecto. El ingeniero calculista, si no tiene información suficiente sobre los materiales, debe tomar como referencia aquellos que aparecen en la normativa regional o nacional de la construcción según sea el caso, donde por lo general, se asigna un peso para cada tipo de material. En el caso contrario, debe facilitar las fichas técnicas homologadas de cada material utilizado.
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