Una empresa siempre es fruto de una importante inversión, y no solo a nivel de capital, podemos hablar de mucho tiempo de dedicación y mucho esfuerzo invertido en hacer que el proyecto termine siendo exitoso. Y aún así, debido a su complejidad, ni la inversión de capital, ni el esfuerzo, ni la buena voluntad pueden asegurar el éxito en la estrategia en una empresa.
Por ese motivo, es muy importante reducir al mínimo posible el nivel de improvisación en las decisiones. Está claro que no hay manera de prevenir las oportunidades o amenazas que se presentan, la volatilidad es parte intrínseca de los mercados, pero lo que sí se puede hacer, es tener una estrategia lo más sólida posible. Que sea capaz resistir a los cambios, y que al mismo tiempo, pueda adaptarse cuando sea necesario hacerlo.
La estrategia de una empresa es la hoja de ruta que engloba todos los ámbitos, y los organiza en torno a objetivos comunes. Representa el qué y el cómo de las acciones necesarias para llegar al objetivo último de cualquier organización: generar valor. Conceptualmente la estrategia, es un plan de trabajo que contempla los pasos necesarios para cumplir con la visión de la empresa, jerarquizar los objetivos, optimizar la distribución de las finanzas y administrar el tiempo de la empresa de forma eficiente.
La estrategia de una empresa puede ser la mejor apuesta de la dirección para lograr de manera eficiente los hitos planteados por la organización. Debe estar construida de la mejor manera posible, para que sirva de marco de soporte a todas las decisiones de la empresa; un marco lo suficientemente sólido para no tambalear ante cualquier imprevisto, pero lo suficientemente flexible para adaptarse a los cambios.
Es un punto medio bastante de difícil de encontrar, y por ello nunca hay que perder de vista estos dos pilares fundamentales:
Dentro de una organización, las diferentes partes que la componen tienen distintos tipos de responsabilidades en función del papel que desenvuelven dentro de la misma. Es por eso, que resulta necesario que la estrategia de la empresa pueda corresponder con las responsabilidades y aportaciones que surjan de cada nivel operativo. A modo conceptual, existen 3 distintos niveles operativos en cada empresa:
Es el nivel más alto de la cadena de mando, por lo que se requiere una amplia visión del entorno en el que se mueve la empresa, ya que su responsabilidad es fijar los objetivos comunes para todos, y las líneas guía para llegar a cumplirlos. Así mismo, desde este nivel se debe estar al tanto de cualquier cambio externo que pueda afectar a la estrategia original y reaccionar de la mejor manera posible.
Una unidad de negocio puede implicar productos distintos o mercados totalmente distintos dentro la misma empresa, por lo que les da una visión más especializada y focalizada en cada uno de sus ámbitos, así como de sus competidores directos o indirectos. Por lo que una estrategia a este nivel debe considerar los objetivos específicos de cada unidad de negocio y alinearlos con la estrategia general de la empresa.
A su vez, cada unidad de negocio está compuesta por distintos departamentos con funciones limitadas, como por ejemplo: departamento de marketing, de compras, ventas, operaciones, etc. Así, en este nivel, la estrategia viene relacionada con acciones y decisiones del día a día, que deben ir lo más alineadas posibles con la unidad de negocio a la que pertenecen, y en consecuencia, a la visión general del nivel corporativo.
A diferencia del plan de empresa, el cual define los objetivos, la estrategia debe contestar a todas las incógnitas: el cómo, cuándo, por qué, dónde, quién de cada uno de los objetivos, a través de los siguientes elementos:
Con la vista siempre puesta en cumplir con los objetivos de la empresa, en la estrategia debe estar bien presentada la visión y la misión de la organización, acompañadas de instrucciones claras de cómo llegar allí, y quienes son los responsables en cada paso.
Son una manifestación de lo que se debe y no se debe hacer. De nuevo aquí la claridad es la clave, ya que los valores servirán de guía sobre la forma de actuar y la toma de decisiones de cada nivel operativo.
Del análisis de Fortalezas, Oportunidades, Debilidades, y Amenazas, se obtienen las condiciones en las que se apoya la estrategia para ser más eficiente. Y además, es una excelente herramienta para monitorear cambios externos que puedan necesitar de cambios en la estrategia.
Quienes mejor lectura podrán ofrecer sobre un determinado mercado, son las unidades de negocio que lidian con él constantemente, así como quienes mejor saben cómo cumplir con los hitos, son los departamentos que hacen el trabajo día a día. Escuchar las aportaciones de cada uno, ayudará a fijar metas más realistas y planificar adecuadamente en base a ellas.
La estrategia también debe considerar dónde y cómo se obtendrán los recursos y cómo asignarlos de manera correcta en correspondencia con los objetivos. Además, de dejar claramente identificada la figura responsable de las gestión de dichos recursos.
Deben estar bien fijados los indicadores que permitirán cuantificar los resultados que se van obteniendo en el camino. Sin este tipo de indicadores la viabilidad de la organización no puede ser medida, y no se podrá tener certeza sobre cuánto valor se está logrando ganar a través de la estrategia aplicada.
Podemos concluir que para aprovechar de forma eficiente los recursos de una empresa como el dinero y el tiempo, no hay cabida para la improvisación, por lo que se debe tener muy claro aspectos claves de la estrategia en una empresa como los niveles operativos, la visión y la misión, para garantizar generar valor a sus clientes, proveedores y accionistas.