Conoce a Sir Norman Foster, uno de los principales exponentes a nivel mundial de la arquitectura High Tech también conocida como arquitectura tardomoderna.
A principios del siglo XX llegó el modernismo para poner en crisis todo aquello que se sabía o se pensaba que era arquitectura, propuso una limpieza formal y una claridad funcional que no se había planteado nunca antes. Como toda propuesta radical y revolucionaria, generó una importante cantidad de detractores y de variantes de esta corriente arquitectónica.
Una de estas variantes herederas del modernismo, es la arquitectura High Tech también conocida como arquitectura tardomoderna, que tuvo su cúspide en los años 60. En este post ya te explicamos el contexto en el que se gesta y cuáles son sus principales exponentes a nivel mundial; pero en esta ocasión nos centraremos en Sir Norman Foster.
Foster es un arquitecto británico nacido en Manchester en 1935, realizó sus estudios de arquitectura en la Universidad de Mánchester y los terminó en la Universidad de Yale. Siendo un joven Arquitecto trabajó con el conocido Richard Buckminster Fuller, cofundó junto con Richard Rogers el estudio llamado Team 4, para finalmente fundar Foster + Partners en 1967.
A la cabeza de su propio estudio, Foster comienza a entender que la forma en que iba a cautivar a través de su arquitectura, no residía en el referenciar formas del pasado o del modernismo, sino que la encontraría en el lenguaje de los materiales modernos de un mundo altamente industrializado. Encuentra un estilo arquitectónico donde el principal modo de expresión viene dado por el juego entre la “piel” y el “esqueleto” del edificio.
Finalizado en 1983 es uno de los primeros edificios relevantes donde Foster empieza a exhibir su arquitectura y basada en la externalización de la estructura como método de expresión estética. Se trata de un edificio con desarrollo horizontal formado por la repetición de módulos estructurales de los que cuelga la cubierta, dando un mensaje muy claro sobre la producción en masa y el aprovechamiento de los materiales de última generación.
En este rascacielos realizado en 1986, Foster pone a prueba sus incursiones en la arquitectura Hi-tech en formato vertical, afrontando nuevas dificultades que le proporcionaría la tarea de construir un rascacielos en Hong Kong. La cual, resolvería utilizando de nuevo la repetición modular y basándose, según sus propias palabras, en tecnologías de la fabricación aeroespacial.
El resultado es una espectacular torre compuesta por tres edificios de 28, 35 y 41 pisos respectivamente, asemejando estéticamente a las estructuras utilizadas en cabo Cañaveral para el lanzamiento de cohetes espaciales.
Para este proyecto Foster vuelve a una implantación claramente dispuesta en horizontal, y de la misma manera que en el centro de distribución para Renault, utiliza la repetición de módulos estructurales que esta vez toman la forma de arcos, cuya repetición bidimensional conforma domos aplanados. La envolvente lateral del edificio está pensada con el fin de resaltar la belleza del método de transporte más tecnológicamente avanzado hasta el momento la aeronave, ya que permite una vista directa hacia las pistas de aterrizaje.
Finalmente este carácter estético de la arquitectura Hi-Tech sería de cierta forma disolviendo en el estilo de Foster con el pasar de los años, nunca llegando al punto de esconder el “esqueleto”, pero sí permitiendo una mayor organicidad entre la piel del edificio y su otros componentes, tal vez como producto de una mayor conciencia sobre el contexto.