En los últimos tiempos circula un concepto que aparece incesante en los ambientes profesionales tecnológicos, fundamentalmente en los entornos industriales y adyacentes como la ingeniería, la energía, la construcción, infraestructuras, automatización y no es otro que el de Industria 4.0.
Este moderno concepto ha copado, indudablemente, los más recientes eventos de tecnología y negocios industriales. En ellos, ha sido tan utilizado y tan aceptado por todos los implicados que, por metonimia, se ha convertido en una palabra clave para designar lo que, al menos conceptualmente, sería mejor denominar “transformación digital de la industria”.
Es cierto que existen oportunidades tecnológicas para este reimpulso, fundamentalmente en el área de la digitalización. En este sentido, dos países relevantes en el sector industrial mundial están apostando muy fuertemente por la introducción de tecnologías y modelos de uso propios del mundo digital y de internet: Alemania y Estados Unidos.
Su trabajo actual pasa por una fase de consolidación de esfuerzos para lograr estandarizar arquitecturas, lenguajes y protocolos de comunicación, con el fin de llegar a soluciones robustas en el plano internacional, aunque ya hay empresas muy avanzadas en soluciones digitales industriales.
Para conseguir estos resultados los esfuerzos deben orientarse en las direcciones de individualización de la producción, virtualización y capacidad de auto optimización.
Según Brettel, Friedrichsen, Keller y Rosenberg (WASET 2014) los resultados de negocio y tecnológicos esperados por la Industria 4.0 y las áreas relacionadas se pueden agrupar de la siguiente forma:
La industria 4.0 busca, por tanto, la reorganización de las cadenas de valor industrial de forma que en las fábricas inteligentes, modulares, los sistemas ciberfísicos monitorizan los procesos, crean una copia virtual del mundo físico y toman decisiones de forma descentralizada. A través del Internet de las cosas, los sistemas ciberfísicos se comunican y cooperan con las personas en tiempo real. A través del Internet de los servicios (IoS) se ofertan y utilizan servicios internos y externos para los actores de la cadena de valor.
Las fábricas modulares, por su parte, con sistemas de fabricación reconfigurables y automatizados, tienen la capacidad de autooptimización y pueden personalizar una parte sustancial de sus productos, reduciendo los tamaños de lote mínimo, llegando hasta el ítem individual.
Estas fábricas están integradas en una red de valor en la que las capacidades productivas de distintas organizaciones están perfectamente sincronizadas y conectadas a través de redes de suministro flexibles y transparentes. Esta conexión se realiza de forma mayoritaria a través de Internet de las Cosas, a través del cual se proveen servicios automatizados también.
Por último, las organizaciones industriales podrán tener todos sus sistemas de información y gestión integrados, con lo que podrán generar datos de todos sus procesos relevantes. Esto les permitirá tener modelos virtuales de su funcionamiento para optimizarlo, simular nuevos procesos y productos, mejorar la planificación, acceder a la información de todo el ciclo de vida de un ítem concreto de su producción y poder ofrecer y recibir, nuevos servicios de valor añadido.
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