La energía solar pasiva es una opción muy interesante para reducir la energía consumida en un edificio.
La creciente preocupación por el medio ambiente y el cambio climático ha provocado que desde los gobiernos se tomen medidas para reducir los impactos ambientales que generamos.
En este sentido, la Unión Europea ya está tomando medidas para reducir la contaminación generada y el consumo de energía. Un ejemplo de ello es la normativa que establece que los edificios de nueva construcción deberán tener un grado de eficiencia energética alto, los cuales generan por sí mismo casi la totalidad de la energía que consumen.
Para poder lograrlo, estas construcciones conocidas como edificios de consumo de energía casi nula o nZEB utilizan las energías renovables, la orientación o materiales aislantes entre otras medidas para conseguir que el balance energético se acerque a cero.
En el presente artículo nos vamos a centrar en un aspecto menos conocido pero que tiene gran relevancia en este tipo de edificios: la energía solar pasiva.
Energía solar pasiva, ¿qué es?
Podemos definirla como aquel conjunto de técnicas que buscan aprovechar la energía solar de forma directa e inmediata, sin transformarla en otro tipo de energía, y sin la ayuda de sistemas mecánicos.
Por ello podemos apreciar que la principal diferencia respecto a la energía solar activa, presente en los paneles fotovoltaicos, es la ausencia de equipos adicionales que tienen por objetivo la conversión o el almacenamiento de la energía.
Y aunque este concepto pueda parecer novedoso, ya en el siglo IV a.C. los griegos eran capaces de utilizar la radiación solar gracias al diseño de sus casas. Posteriormente, los romanos empezaron a utilizar las ventanas de vidrio para retener la temperatura en la vivienda.
Beneficios y formas de aplicarla
Actualmente, la aplicación de la energía solar pasiva está muy extendida en edificación debido a las múltiples ventajas que presenta a la hora de mejorar la eficiencia energética de los edificios. Algunas de las más importantes son:
- Debido a que el uso de aparatos mecánicos es mínimo, el mantenimiento es casi nulo, lo que repercute positivamente en el coste económico.
- Es una fuente de energía 100% renovable, ya que esta se genera gracias a la radiación solar.
- Puesto que mantiene la vivienda en una temperatura cercana a la óptima, se reducen notablemente los gastos en calefacción.
- Es perfectamente compatible con el uso de otros sistemas de generación de energía como los paneles solares.
Una vez vistos los numerosos beneficios que nos aporta el uso de la energía solar pasiva, es hora de ver qué tipos de técnicas se utilizan. Cabe destacar que en general serán más fácil aplicarlas si se diseñan desde la realización del proyecto del edificio.
- Colocación de acristalamientos en la cara orientada hacia el sur para la captación de energía, reteniendo el calor por efecto invernadero.
- Retención de la temperatura en zona de la casa orientada al norte con la colocación de material aislante.
- Uso de persianas o alerones que crean sombras permite evitar el aumento de la temperatura en el interior.
- Instalación de paneles reflectantes y uso de pinturas de colores claros para mejorar la luminosidad del edificio.
En conclusión, un buen aprovechamiento de la energía solar pasiva junto con la ejecución de otras medidas enfocadas a buscar la reducción del consumo eléctrico, puede llegar a suponer un considerable ahorro en la factura energética durante la vida útil de la vivienda.
Para obtener más información relacionada con esta temática, recomendamos el artículo “6 características de una edificación sostenible que debes conocer” del blog de Structuralia
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